Un nuevo juego indie de terror en Steam provoca uno de los momentos más espeluznantes de los últimos años, y solo por 5 euros.
En el segmento de terror de Steam, todo parece parecerse cada vez más: siempre los mismos clichés, siempre los mismos sustos baratos, siempre casas abandonadas, pasillos oscuros y linternas parpadeantes. Cuando aparece un éxito innovador como Exit 8 o los juegos Backrooms, el principio del juego se copia docenas de veces en muy poco tiempo.
Como alguien que se sumerge regularmente en la avalancha de juegos de terror independientes, mis expectativas son bastante bajas. Pero entonces llegó Dread Flats. Y de repente volví a sentir esa sensación que echaba de menos desde mi época con Voices of the Void: auténtica incomodidad, auténtica tensión.
Y un momento que se me ha quedado grabado a fuego. Sin sustos ruidosos ni chorros de sangre, sino un terror psicológico silencioso que te cala hasta los huesos. Y todo ello por solo 5 euros.
Una escena que nunca olvidaré
¿De qué va? Dread Flats os pone en la piel de un videobloguero que, por encargo de un fan, investiga un misterioso rascacielos en China. El motivo: una persona cercana a él ha desaparecido allí y la policía parece impotente. Así que la única opción es adentrarse en la pesadilla de hormigón, armado con una cámara y una linterna.
Lo que sigue es una mezcla de exploración, elementos de puzle y fragmentos de historia que poco a poco van encajando para formar un panorama inquietante. El juego prescinde en gran medida de los típicos sustos. El horror en Dread Flats se va infiltrando poco a poco. Y eso es precisamente su punto fuerte.
¡Atención, spoiler! A continuación se describen con detalle una escena clave de Dread Flats que resulta especialmente impactante.
Si quieres disfrutar del juego sin prejuicios, es mejor que no sigas leyendo.
Al principio, todo está en silencio. Solo se oye el suave ruido de la cámara. Pero entonces sucede: el armario se abre con un crujido. Una anciana demacrada sale y tira la cámara al suelo. La visión ahora es limitada, la imagen está torcida, pero sigue funcionando.
Lo que sigue es puro terror psicológico. La anciana se queda allí de pie, justo al lado de la cama. Durante varios minutos, se queda mirando al protagonista dormido, sin moverse. No hay música, ni efectos especiales, solo esa inquietante espera. Y, finalmente, se arrastra lentamente debajo de la cama y se queda allí.
La idea de que algo acecha justo debajo del personaje del jugador mientras este recupera el control es tan inquietante como genial.
Todo esto me recordó a una película: Lost Highway, de David Lynch. Empieza con una pareja que recibe unas cintas de vídeo misteriosas. En ellas se ven imágenes de su propia casa, filmadas en primera persona. Primero desde fuera, luego desde dentro y, finalmente, incluso de la pareja durmiendo en el dormitorio. Nadie sabe quién ha hecho las grabaciones ni cómo ha entrado el desconocido en la casa.
Sin embargo, también debo decir que el resto del juego no mantiene del todo este nivel. Tras la magnífica escena de la cámara, la acción continúa de forma mucho más clásica. Te escondes de la abuela espeluznante, te escabullís por el edificio, buscas una salida.
Todo está bien hecho, pero tampoco es nada que no se haya visto ya en otros muchos juegos de terror independientes. El ritmo se acelera, pero, lamentablemente, el terror psicológico tiene que ceder el paso a un enemigo tangible.
Pero aunque la segunda mitad no está a la altura, el juego se recupera al final. El final nos reserva un último y ingenioso momento de terror que, al menos a mí, me dejó con una agradable sensación de miedo al terminar el juego. Por supuesto, no voy a desvelar lo que sucede exactamente.
Y como Dread Flats se juega en poco más de una hora, queda la sensación de haber vivido una experiencia de terror compacta, pero muy efectiva. Por solo cinco euros, obtienes uno de los momentos de terror más intensos de los últimos años.